El Verdadero Capitan de un Velero

El buen capitán se hunde con su barco, por lo que es un artista aquel que sabe cambiar de dirección a tiempo para evitar hundirse y seguramente es digno de admirar aquel que consigue salir a flote luego del siniestro.

Pepe G
Pepe G
22 de June · 388 palabras.
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🕘 Resumen

Este artículo explica por qué un buen líder debe asumir la responsabilidad de los fracasos de su equipo y enfrentar las situaciones difíciles en lugar de abandonar el barco. El autor compara el liderazgo con ser un capitán de barco y cómo, en caso de un naufragio, el capitán también se hunde con el barco. Por lo tanto, un verdadero líder debe estar dispuesto a aprender de los fracasos y estar preparado para situaciones adversas. El artículo reconoce que algunas personas pueden hundirse con el barco sin tener más oportunidades, mientras que otros pueden abandonar el barco antes de que se estrelle. Sin embargo, un buen líder debe mantener el temple en medio de situaciones desfavorables y buscar la manera de superarlas con trabajo en equipo. En resumen, el artículo resalta la importancia de asumir la responsabilidad y tomar acciones necesarias para resolver problemas, en lugar de huir de ellos. Al hacerlo, los líderes pueden tener éxito en sus metas y dejar un legado positivo.
 Si la embarcación naufraga, nosotros también con ella y, lamentablemente, no podemos hacer una discusión al respecto. Y aunque en la vida real no se aplique al pie de la letra, en el mundo organizacional, cuando nuestros equipos fracasan y cuando no satisfacemos la necesidad del cliente, nosotros también estamos inmersos en ese fracaso. Por ello, debemos ser los primeros en dar la cara y mantener el temple que en altamar mantuvimos.
Ese es el momento donde uno se “gradúa” como un verdadero capitán, cuando de los naufragios aprende a emerger y sale a flote nuevamente, lleno de experiencia y listo para seguir navegando. Es importante notar, que no todos logran regresar a altamar, hay quienes realmente se hunden con el barco sin tener más oportunidades, y otros, que abandonan el barco, incluso antes de que este se estrelle.

Definitivamente, es difícil ser capitán, porque hay que tener valor para asumir y presenciar lo desfavorable de las situaciones y el fracaso (propio o del equipo) cuando esto ocurre. Y no es por ser negativos que hoy pensamos en fracasos, sino por entender juntos que debemos obligatoriamente estar preparados para cualquier ola. En estos momentos, vivimos situaciones que nos desfavorecen cada semana y sabemos bien que el mejor informado y que tenga mayor destreza como líder y estratega puede defenderse más rápida y apropiadamente.

El buen capitán se hunde con su barco, por lo que es un artista aquel que sabe cambiar de dirección a tiempo para evitar hundirse y seguramente es digno de admirar aquel que consigue salir a flote luego del siniestro. Un líder verdadero asume las responsabilidades que sus acciones significan y busca la manera de alcanzar las metas propuestas, pese a que la situación no sea la óptima.

A día de hoy, es a no abandonar el barco sino a quedarse y encontrar la manera, con trabajo y equipo, de sacarlo a flote. Considero que nuestras gerencias deben ser recordadas primeramente por sus éxitos y por el aprendizaje que dejamos en ellas, y no por las situaciones desfavorables que nos invadieron en ese tiempo o espacio, más ese enfoque depende de nosotros, de la manera en que concebimos los resultados, que proporcionamos herramientas de trabajo para nuestros equipos y nuestra capacidad para otorgar soluciones oportunas y comunicarlas efectivamente.

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