Fiestas de Salardú

En un entorno ideal, las primeras fiestas de la temporada de verano del Valle de Arán se encuentran entre las más concurridas del entorno. Éste es el caso de la celebración de la Santa Creu, en Salardú, que convoca a turistas y forasteros para compartir las fechas alrededor del tres de mayo.

Nerea Marquez Lera
Nerea Marquez Lera
19 de July · 388 palabras.
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🕘 Resumen

Cada año, en Salardú, se celebran las fiestas en honor a la Santa Cruz para marcar el final del invierno y dar la bienvenida al buen tiempo. Estas fiestas comienzan con la tradicional Amassada de Creus, en la que se recogen las cruces de los pueblos vecinos como muestra de respeto al Sant Cristo, seguida por una serie de actos festivos, culturales y lúdicos donde las tradiciones son muy importantes. Durante todo el fin de semana, hay bailes y música, además de numerosas actividades para todos los gustos. Estas celebraciones son muy populares entre los visitantes y atraen a una gran cantidad de forasteros cada año. Salardú también es un lugar rico en patrimonio cultural, con numerosos edificios históricos y en la tradición local se cuenta con el ritual en el que se conjura el mal tiempo a partir del domingo siguiente a la fiesta del 3 de mayo y durando hasta septiembre. En definitiva, las fiestas de la Santa Cruz de Salardú son una experiencia cultural impresionante que ofrece algo para todos los gustos.

Las Fiestas en torno a la Santa Cruz (la Santa Creu) con las que cada año SalardĂș celebra el fin del invierno comienzan el dĂ­a tres de mayo, con la tradicional Amassada de Creus, en la que se recogen por las calles de la localidad aranesa las cruces de los pueblos vecinos, que, como es costumbre desde tiempos remotos, vienen a presentarle sus respetos al Sant Cristo. Al final del recorrido comienzan una serie de actos festivos, lĂșdicos y culturales en los que las tradiciones poseen una importancia crucial, todo ello con la habitual participaciĂłn y mejor humor de vecinos y visitantes, que, como no puede ser de otra forma, ocupan el alojamiento deSalardĂș y los alrededores de la capital del Naut ArĂĄn.
A lo largo de la tarde de este mismo dĂ­a tres, el pasacalles acompañado de charanga, previo a “Es Aubades son barades de TredĂČs a Canejan, non i Ă  cap dues d’iguales en tota era Val d’Aran”, como manda la costumbre. Luego, ya anochecido, continĂșan las celebraciones, deseadas, puesto que son las que anuncian la llegada del buen tiempo. El baile y la mĂșsica, junto con infinidad de actividades de todo tipo son los  protagonistas absolutos del fin de semana.
No es extraño que la fiesta mayor de la localidad congregue a una gran cantidad de forasteros ya que, para quienes no viven en el Valle, se trata de un conjunto de actos curiosos y dignos de conocerse; mientras tanto, para los araneses, y como ya se ha adelantado, suponen celebrar el fin del siempre duro invierno por estos lares. AdemĂĄs, es la primera de las celebraciones de lo que podrĂ­amos llamar “temporada de fiestas”. Aparte de todos estos argumentos, vĂĄlidos y suficientes de por sĂ­, puede disfrutarse del turismo cultural, ya que los edificios histĂłricos abundan en una localidad que llegĂł a ser de paso obligado en otros tiempos.
Como dato curioso, cuenta la tradición que a partir del domingo posterior a la fiesta del tres de mayo y hasta septiembre se conjuraba al mal tiempo con un ritual en el que el rector salía del templo vestido con una capa roja y la “Creu” en las manos. De esta guisa, iba hasta la Plaza de la Pica donde trazaba una cruz en el aire con la misma cruz que el sacerdote portaba en las manos.
 

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