Los Tres Maestros de la Sospecha: Freud, Marx y Nietzsche

Freud, Marx y Nietzsche ha pasado a la historia del pensamiento como los maestros de la sospecha. Los tres sospecharon para erigirse en apóstoles de una “nueva ciencia”.

Santiago Villar Pallás
Santiago Villar Pallás
6 de May · 590 palabras.
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🕘 Resumen

En este artículo se compara la filosofía de Marx, Nietzsche y Freud, quienes, aunque poseen diferentes enfoques y soluciones, todos exploran la comprensión del ser humano y sus diversas luchas internas. Marx disecciona el capitalismo y su impacto económico y social en la vida humana, proponiendo un socialismo científico como solución para erradicar la explotación del proletariado. Freud se enfoca en la psique humana y en cómo las estructuras culturales y sociales oprimen nuestra libido, proponiendo que el nuevo tipo de ser humano se defina por la capacidad de reconocer sus tensiones internas. Nietzsche, por su parte, exhorta a la liberación del individuo de la moral colectiva, sugiriendo que cada uno debe establecer su propio sentido de la vida. A pesar de sus diferencias, cada uno de estos tres filósofos presenta soluciones para los problemas del ser humano dentro de una sociedad determinada. Todos, como líderes carismáticos, desafían y rechazan el sistema actual a través de sus conocimientos e ideas geniales.
Marx diseccionó como un científico social las contradicciones del capitalismo, Nietzsche como un mesías proclamó poéticamente que nuestras verdades son metáforas desgastadas por el uso, y Freud como un avezado arqueólogo de la mente humana rescató del silencio nuestras pulsiones más inconfesables. Bucearon en los vericuetos más recónditos del alma para desvelar lo oculto y santificar lo evidente. Una mayoría, nada desdeñable, ha tenido que lidiar con cargas de profundidad como “la alienación”, “el subconsciente” o “la voluntad de poder”.
En todo proceso reflexivo anida un determinado tipo de ser humano. Así, los valores que devienen de nuestra concepción sobre lo humano determinan tanto el diagnóstico de nuestro estado como el futuro que nos aguarda.
El diagnóstico de Marx es contundente en cuanto entiende que la alienación es social y económica. El diagnóstico de Freud es rotundo en cuanto parte del convencimiento que las estructuras culturales y sociales escamotean nuestro libido. Nietzsche, el más lirico de los tres, no se amedrenta al invocar la vitalidad pérdida por una racionalidad asfixiante.
Cada uno de los tres propone diferentes soluciones. Marx propone un socialismo científico, como la solución para erradicar la explotación del proletariado por parte de la burguesía. Así, Marx piensa que la imposición de un nuevo orden económico-social configurará un nuevo tipo de ser humano, que podrá satisfacer la mayoría de sus necesidades en una sociedad sin alienación. Freud propone liberarnos de nuestras represiones para descubrirnos. Para el fundador del psicoanálisis el nuevo tipo de ser humano se define por la capacidad de reconocer sus propias tensiones internas. La solución de Nietzsche pasa por alejarse de la moral de rebaño y que cada uno erija su propio sentido de la vida.
Los tres, como auténticos líderes carismáticos, no escatiman su talento para convencernos de la insostenibilidad del sistema vigente. Una vez han hecho patentes los socavones, que irremediablemente nos conducirían al colapso, su genialidad se manifiesta en unas propuestas insospechadas para una mayoría de los hombres, que exclusivamente vivimos para lidiar con las nimiedades de la vida cotidiana.
La promesa de un paraíso terrenal les hace alérgicos a cualquier tipo de religión, depositaria del único sentido legítimo de la existencia humana. Como José Ortega y Gasset entiende que “en las creencias estamos, mientras las ideas las tenemos”, los tres se afanan por crear un grupo de acólitos que sigan fielmente los principios de un nuevo sistema de creencias, que redimirá nuestras penas.
Las propuestas para edificar una nueva organización social (Marx), un nueva forma de relacionarnos con nosotros mismos (Freud) o una nueva escala de valores en una vida vivida (Nietzsche) dejan poco margen para una libertad que implique que cada uno pueda escoger su propias actitudes, proyectos, objetivos, valores o estilos de vida.
En cierto modo, Nietzsche, como el portador de un espíritu guerrero que huye del gregarismo, podríamos presentarlo como el artífice de una libertad genuina. Mientras para Marx la libertad es la conciencia de la necesidad, para Freud ser libre significa asumir los resortes emocionales que determinan nuestro comportamiento. Quizá sea su talente literario, en contraposición al científico de Marx y de Freud, lo que nos hace pensar que es el más radical de los pensadores de la sospecha.
Incontestablemente, la sospecha inicial de los tres -la injusticia para Marx, la represión para Freud y la moral de esclavos para Nietzsche- es una argucia para presentarse como los nuevos portadores de la solución definitiva. Parece que la tarea del pensar transita desde la sospecha a la propuesta de una sistema de creencias libertador.

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